Cómo nos llegó la Escritura Sagrada

El texto original de la Biblia Hebrea fue vertido en muchas fuentes antiguas y medievales que llegan en nuestros días mediante ediciones modernas en diferentes lenguajes. Hoy, estamos en posesión de muchos fragmentos, rollos y códices de papiro y pergamino en hebreo y griego, con más de dos mil años de antigüedad, así como una abundante cantidad de copias manuscritas de la Edad Media en hebreo y otras lenguas europeas. Estas fuentes testifican arrojando luz el original, de allí su nombre testigos textuales. Sin embargo, todos estos testigos textuales exhiben entre sí un mayor o menor número de diferencias.

Línea del tiempo en el que se visualizan los diferentes testigos de la Biblia hebrea.

Ahora bien, por cuanto ninguna fuente textual contiene lo que podría denominarse el texto normativo, es indispensable afrontar el estudio crítico de todas las fuentes. Esto, a su vez, necesariamente implica la evaluación particular de cada una de las diferencias registradas en dichas fuentes. El análisis comparativo de estas diferencias (variantes textuales) mantiene un lugar primordial dentro de la disciplina (ciencia y arte) de la Crítica Textual.