Job 2.7-9
El Texto Masorético omite esta reveladora sección. En la detallada pérdida de sus hijos, la dramática condición de su marido y su desesperada situación, las palabras de la mujer de Job conforman el lógico preludio de su consejo: ¡maldice a Dios y muérete! El sentido aquí es que el remedio más expedito para terminar su triste existencia, consistía en maldecir a Dios, toda vez que el castigo del blasfemo resultaba con la experiencia de una muerte inmediata. Se sigue Septuaginta (LXX).
Además, el texto preservado en la LXX, eleva a Job en su heroica decisión por mantener su integridad.
Septuaginta -LXX- | Texto Masorético -TM- |
Salió, pues, Satanás de la presencia de Adonai, e hirió a Job con una úlcera maligna de pies a cabeza. Y tomó un tiesto roto para rasparse el pus, y se sentó en el basurero, fuera de la ciudad. Y pasado mucho tiempo, le dijo su mujer: ¿Hasta cuándo te mantendrás diciendo: He aquí, soporto un tiempo, un poco más, mientras conservo la esperanza de mi salvación? Porque, he aquí, borrada de la tierra tu memoria; los hijos y las hijas, dolores de mi vientre y fatigas, a los que en vano parí entre angustias. Y tú mismo, sentado entre putrefacción de gusanos, pasas la noche a la intemperie. Y yo, errante y de sirvienta, de sitio en sitio, y de casa en casa, esperando a que se ponga el sol, para descansar de las fatigas y de los dolores que ahora me oprimen. ¡Maldice a Adonai y muérete! | Entonces salió Satanás de la presencia de YHVH, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza. Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. |